lunes, 16 de febrero de 2009

Tristeza necesaria

Tal y como escribe Jessica Marshall en New Scientist, es posible que la tristeza sea una emoción necesaria. Varios expertos aluden a ella como motor de la evolución humana. Según los sociólogos norteamericanos Allan Hortwitz y Jerome Wakefield, la tristeza nos ayuda a aprender de nuestros errores. Nos hace detenernos para cavilar sobre nuestra conducta habitual y focalizar en algo distinto durante un tiempo. Horwitz, autor de un libro titulado The Loss of sadness, reclama el papel de esta emoción catalogada como negativa y critica que en la actualidad (se refiere, claro, a la parte de la humanidad que tiene posibilidad de argumentar sobre ella) exista la imperativa búsqueda del éxito en todos los órdenes de la vida además de una creciente intolerancia a los sentimientos tristes, lo que provoca que la gente se sienta obligada a sentirse feliz todo el tiempo. Opina que la tristeza, al igual que la felicidad, es un complejo estado cognitivo-afectivo y que necesitamos de ambas para poder guiarnos en la vida, y saber lo que (nos) es bueno y lo que (nos) es malo. Parece que hoy día es frecuente que personas que están “normalmente tristes” sean clasificadas como víctimas de un “desorden de depresión”. Quizá por ello, según comenta el periodista Fernando Eichenberg en un interesante artículo, en 1996 el Valium era el medicamento más prescrito en los EEUU, y en 1994 el famoso Prozac se convirtió en el segundo medicamento más vendido del planeta. Entre 1996 y 2001 el número de consumidores de antidepresivos se duplicó y a principios de este siglo, la industria farmacéutica invierte cerca de 2.000 millones de dólares anuales en publicitar medicamentos de este tipo. La OMS estima que para el 2020 la depresión se convertirá en la segunda enfermedad en importancia causante de incapacidades, sobre lo que Horwitz opina que es una proyección exagerada e influenciada por las actuales distorsiones del diagnóstico de depresión.
Hace más de 2000 años, ya Hipócrates y Aristóteles hacía distinción entre “desorden de tristeza sin causa” y “tristeza normal con causa”.
Todo esto me tranquiliza ahora que sé que soy fruto de una “tristeza normal con causa”. Harta de este largo invierno, húmedo y triste, en plena crisis (que en chino combina el significado de peligro y oportunidad), sé que llegará la primavera. Y si no, a esperar el verano.
Aprovechando que el 12 de febrero se cumplía el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin, la editorial Laetoli ha reeditado en castellano la autobiografía del autor del Origen de las Especies, pero esta vez enterita, sin censuras, e incluyendo en negrita los fragmentos que fueron suprimidos. También la publica en catalán la Universitat de València, como excelente complemento a su extraordinaria publicación de divulgación científica Mètode.
Y es que resulta que la primera autobiografía que fue publicada en 1877, había sido mutilada (así lo ponen en algunos medios) por su esposa Emma Wedgwood y el tercer hijo de ambos, Francis. Aunque parece que éste era partidario de publicarla tal cual la escribió su padre, finalmente optó por someterse a la voluntad de su madre, muy religiosa, que era de la opinión que la autobiografía de su marido “estaba escrita con demasiada libertad”. Se calcula que se cargaron un 17% del libro, básicamente para no dar a conocer las profundas dudas religiosas que Charles Darwin albergó en su interior desde que se embarcó en el Beagle y que le acompañaron durante toda su vida, llegando al momento cumbre cuando su hija Annie de 10 años murió de tuberculosis. En esos días aciagos, Darwin escribió unas cartas profundamente tristes que su esposa Emma guardó en la caja de recuerdos de la niña. Hace 10 años, las cartas fueron recuperadas por el tataranieto del naturalista, Randal Keynes, y dieron como fruto un libro, La caja de Annie, que se centra en esa lucha interior que tuvo Charles Darwin en una época en la que no ser profundamente creyente equivalía a ser, como mínimo, un marginado social. Uno de los fragmentos que no pasaron el sedal de la señora Wedgwood fue este: «Nunca se me ocurrió pensar lo ilógico que era decir que creía en algo que no podía entender y que, de hecho, es ininteligible. Podría haber dicho con total verdad que no tenía deseos de discutir ningún dogma; pero nunca fui tan necio como para sentir y decir: Credo, quia incredibile [creo porque es increíble] . Más tarde, sus pensamientos ya fueron más contundentes.«Me cuesta entender cómo alguien puede creer que el cristianismo es cierto, ya que está claramente escrito que los hombres que no creen –y esto incluiría a mi padre, a mi hermano y a muchos de mis mejores amigos – recibirán un castigo eterno. Y esta es una doctrina detestable».
Esta autobiografía no censurada que incluye los pasajes que según Mrs Wedgwood nunca debieron de haberse publicado, llega a nuestras manos gracias a la iniciativa de la nieta de Darwin, Nora Barlow, que en 1958 decidió entregar la versión íntegra de la autobiografía de su abuelo porque, según sus palabras incluidas en la introducción «las grandes figuras han de mostrarse en sus verdaderas posiciones y es necesario escucharlas con sus propias palabras, liberadas del crecimiento póstumo de dogmas posteriores».

miércoles, 11 de febrero de 2009

Todo permanece

Tengo dolor de cabeza. Dejo un momento el ordena-
dor para irme a tomar un ibuprofeno. Cuando regreso, me ha llegado por correo electrónico una nota de prensa titulada: «Logran eliminar con ultrasonidos el ibuprofeno de las aguas contaminadas». Suelto una exclamación malsonante y me pongo a leer. Resulta que un equipo de científicos, en el que han participado investigadores del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Barcelona, han creado un sistema para eliminar el ibuprofeno de las aguas de las depuradoras para evitar así que el contaminante farmacéutico llegue a ríos, lagos y mares. Y es que el problema, por decirlo de algún modo, tiene mucho desperdicio. Como ustedes ya habrán pensado alguna que otra vez, todo lo que ingerimos vuelve al medio, ya saben aquello que también es aplicable a la energía: la materia jamás desaparece, sólo se transforma. Así, además de los contaminantes que generamos a través de los procesos productivos, están los que vertemos al medio una vez nuestro cuerpo se deshace de ellos. Y no sólo nosotros, también los animales que criamos para alimentarnos. Liberamos así un sinfín de productos farmacéuticos o sus formas metabolizadas que llegan al entorno mediante la excreción, ya sea doméstica, veterinaria u hospitalaria.
Hace años que los científicos se han dado cuenta de que los medicamentos están causando extraños efectos en las especies acuáticas. Las hormonas femeninas contenidas en los anticonceptivos orales alteran genéticamente a las truchas. Los restos de antidepresivos parecen causar retraso en el desarrollo de los renacuajos. Los peces cambian de sexo a consecuencia de diferentes contaminantes. Los trazos de fragancias y perfumes intoxican al pez espada. Fabiola Méndez Arriaga, coautora del estudio, afirma que se trata de un problema sanitario a escala mundial para el que no hay todavía un marco legal definido. En fin... Tengo pis, pero casi que me espero.

Golpe de efecto zumbón




Hace unos días Bill Gates dió una conferen-
cia en Long Beach, Califor-
nia, durante la celebración del Technology, Entertainment, Design (TED) de este año, un evento que tiene como objetivo reunir a personalida-
des de los tres ámbitos (ya se pueden imaginar, a los top de los top) para intercambiar ideas interesantes. La participación del creador de Microsoft se centró para hablar de cómo una nueva forma de filantropía puede ayudar a cambiar el mundo en muchos sentidos. Para ello se centró en hablar sobre la malaria, causa en la que está profundamente implicado junto a su esposa Melinda. No es broma: Los Gates, con las donaciones hechas a través de su fundación (Bill&Melinda Gates Foundation), creada en el año 2000, han incrementado en un 80% los fondos mundiales destinados a combatir esta terrible enfermedad que causa millones de muertes al año, más de 3.000 personas al día, en especial niños menores de 5 años y mujeres embarazadas (con el sistema inmunitario debilitado por esa razón), el 90% de las cuales viven en el África subsahariana.

Gates, que es buen orador (pueden oír su conferencia aquí) cogió en un momento dado un pote de cristal que tenía sobre la mesa y lo destapó al tiempo que decía que procedía a liberar un pequeño enjambre de mosquitos, transmisores de la malaria, porque no es justo, dijo, que sólo los pobres puedan tener esta experiencia. Gates aclaró enseguida que los mosquitos que había soltado eran inocuos, pero el golpe de efecto le sirvió para aparecer en todos los periódicos. La risa nerviosa del público ante tamaña broma sarcástica fue de lo más elocuente.

En mi jardín

Delicioso en invierno observar el saque que le dan a los comederos dispuestos para ellas en mi jardín distintas especies de aves, sobre todo herrerillos (1) y carboneros (2), que aunque son muy similares, presentan diferencias de color y tamaño. He colocado tres comederos distintos en los árboles, en los que he combinado avellanas, almendras y cacahuetes crudos; sin lugar a dudas, los cacahuetes ocupan el primer lugar en sus preferencias. Me llama la atención que, desde que localizan la fuente de alimento, una semana después más o menos de que yo coloque los comederos, pasan cada vez más tiempo revoleteando por aquí. Y marcando territorio. Lentamente y sin tregua, se apropian del lugar.
Los herrerillos y los carboneros se pelean y se expulsan los unos a los otros, mientras yo me pregunto porque no se reparten los comederos, colocados a cierta distancia. Si sólo hay una especie, suelen acudir en pareja y a veces también se discuten, pero más suavemente. En el suelo, frecuentemente hay un petirrojo (3) que, incapaz de agarrarse al comedero, espera las sobras que caen tras las acometidas que los otros realizan en las ramas. Este debe vigilar que ningún gato ronde cerca, porque del perro no tiene demasiado miedo. A veces, vienen también currucas capirotadas (4), son visitas breves al comedero que me alegran el día.

miércoles, 4 de febrero de 2009

La funcionalidad ante todo

Gracias a la magnífica colección de calaveras conservada en la cripta de la iglesia católica de Hallstatt, en los Alpes austríacos, un equipo de investigadores dirigido por Miquel Hernández de la Unidad de Antropología del
Departamento de Biologia Animal de la UB, ha podido llevar a cabo un estudio para determinar en qué medida se heredan las dimensiones del cráneo. La estructura morfológica de nuestros cráneos es el resultado de una fuerte integración entre los huesos, los músculos y el cerebro y parece que esa integración frena el potencial evolutivo. Aunque el estudio apunta a que el 30% de la variación total de la forma del cráneo es de origen genético, la integración podría actuar como una restrición de las fuerzas evolutivas. Mantener la misma forma, parece ser, es más facil y más operativo que lanzarse a un cambio, afirman satisfechos al haber dado con un "alijo" de cráneos extraordinariamente bien conservado y documentado.
Es increíble la enorme cantidad de colecciones de cráneos que hay en el mundo, ya sea en museos, en universidades, en las criptas de las iglesias o en las galerías subterráneas o catacumbas como las de París. En el caso de Hallstatt, el origen de estos cráneos, unos 700, responde a una tradición que se inició en el siglo XVII para homenajear a los antepasados y que terminó hace sólo 25 años. Las calaveras, ampliamente documentadas acerca de quien las lució en vida, están decoradas de disitinta forma dependiendo de si pertenecieron a hombres o mujeres y llevan el nombre de su propietario escrito en la frente. Decoro hasta la eternidad.

martes, 3 de febrero de 2009

Haberlos, haylos y a patadas











Entre el 8 y el 10 de marzo tendrá lugar en Nueva York la primera gran cumbre de negacionistas del cambio climático, que será liderada, nada más y nada menos, por el expresidente de nuestro país, véase el hombre del bigote menguante. Su iniciativa, por cierto, no ha sido respaldada por su partido, que ahora ya cuenta con su propio documento para la lucha contra este problema ambiental. La cuestión es que la inconmesurable sabiduría de este hombre sin parangón conducirá un evento que reunirá a más de 70 científicos, que debatirán más que nada si el cambio climático ha sido originado por la acción del hombre o no.
La cumbre, organizada por el Instituto Heartland de Chicago, será financiada por la petrolera ExxonMobil, que como ustedes saben es de lo más imparcial con el asunto del calentamiento global. El Instituto Heartland, que ha sido frecuentemente financiado por la petrolera, es una institución motivada también por otras lindas causas. Defienden, por ejemplo la sanidad y la enseñanza privada por encima de la pública, y piden la disminución de los impuestos sobre el tabaco. Y no es que la coincidencia de que un ex miembro de su junta directiva fuera a la vez un alto cargo de Philip Morris, otro donante importante de la organización, tenga por supuesto naaaaaada que ver.
En fin, la cosa pinta interesante. Algunos de los nombres en cartel de la cumbre piensan que el calentamiento global del planeta favorecerá el desarrollo de ciertas áreas del planeta. Vladimir Putin, otro sabio de nuestro tiempo, está de acuerdo. Ya dijo en su día que, si la temperatura en su país aumentaba, pues gastarían menos en abrigos, lo que desde luego es una razón de peso para aceptar que en otras partes la desertificación haga la vida de millones de personas aún más imposible de lo que ya es. Pero bueno, eso les pasará en especial a los pobres, que todo hay que decirlo, no hacen más que molestar y dificultar nuestro progreso.

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