
Schreyer empezó su conferencia explicando que el modelo de pensamiento imperante en naciones como Canadá y Estados Unidos, (país en el que viven 300 millones de personas que consumen el 26% de los recursos naturales del planeta), parece ser aún el legado de los primeros colonos, aquellos hombres, llamémosles intrépidos, que se desenvolvían por el mundo como si este fuera infinito. Una mentalidad, dijo, que hecha coche queda retratada en el famoso todo terreno Hummer, que puede llegar a consumir 30 litros a los 100 km y que, según el curioso régimen fiscal de Estados Unidos, puede llegar a desgravar gran parte de su carísimo precio.
Schreyer habló de la necesidad de combatir el poderío de los lobbies que gobiernan el planeta y de lo esencial que resulta limitar tanto el poder de las empresas como sus donaciones a los partidos políticos. Arguyó la urgencia de crear un fideicomisario que vele por los recursos naturales y se mostró, ante todo, optimista. Nuestras mentes lentamente evolucionan, dijo a la par que hacia referencia a Búfalo Bill, considerado todo un héroe en los albores del siglo XIX. Hoy seguramente lo hubieran puesto en la cárcel por cargarse tantos bisontes, bromeó. También recordó a Luis XV de Francia cuando dijo aquello de ”después mi el diluvio”. Hoy, aunque muchos mandatarios lo piensan… pocos lo dicen. ¡Algo es algo! A lo mejor sí que estamos progresando...
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