Ése era originalmente el lugar donde Auguste Rodin imaginó a su pensador cavilando: en las puertas del infierno de la Divina Comedia de Dante. El escultor francés (1840-1917) creó su archifamosa figura de bronce en 1880 y la versión original medía tan sólo 71,5 cm de altura. Hoy existen unas 12 réplicas repartidas por el mundo, de diferentes tamaños. La que ví y fotografié el otro día en el paseo del Prado de Madrid, frente al CaixaFórum, es inmensa. Ha venido a la capital en compañía de otras seis esculturas de monsieur Rodin que estarán dispersas por la capital del reino hasta el 22 de marzo. Cómo cambian los tiempos, debe pensar este bello ejemplar del sexo masculino. Si en 1906 el pensador se erigió frente al Panteón de París como símbolo socialista en una época de crisis política y social, hoy este hombre macizo sigue cavilando en otra época convulsa, aunque de signo diferente. Lo que más le impresiona al pensador, creo, es que en lugar de meditar frente al Panteón, donde yacen los cuerpos de Voltaire, Rousseau, Víctor Hugo, Émile Zola, Marie Curie, Luis Braille y Jean Monnet lo hace ante una antigua central eléctrica reconvertida en un centro de arte sufragado por una financiera. Muy bonito, eso sí. Mais n'est-ce pas le même.
martes, 3 de marzo de 2009
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