miércoles, 4 de marzo de 2009

(El) sexo (es) duro





Los del Aquàrium de Barcelona avisan, como cada año por estas fechas, de que ya podemos asistir al espectáculo de las sepias (Sepia officinalis) reproduciéndose. La primavera está al caer, y con ella, el afán reproductor de muchas especies. Algunas se lo toman realmente a pecho, como es el caso de este voraz cefalópodo que, alcanzada la madurez sexual, cuando tiene entre uno y dos años de edad, se lo juega todo a una temporada. La sepia se reproduce una vez en la vida y cuando lo hace, copula con cualquier ejemplar del sexo contrario que se le cruce por delante, tantas veces como sea posible y hasta morir por extenuación. Ahora, en el Mediterráneo, los machos, que pueden medir hasta 45 cm de largo sin contar los tentáculos, andan subiendo hacia la superficie, donde los más fuertes, los que se erigen victoriosos de las peleas con sus congéneres, cortejarán a las hembras engalanados con sus colores más llamativos: rosados por la parte inferior y con rayas tipo cebra en el dorso. Tras seducirlas con sus tentáculos, la pareja se colocará frente a frente y permanecerá abrazada unos minutos durante los cuales el macho introducirá su brazo copulador en el cuerpo de la hembra para liberar la cápsula seminal. Al poco tiempo ella pondrá unos 500 huevos en forma de racimo y los rociará con tinta para que, al ser más oscuros, pasen más inadvertidos. Al cabo de unos dos meses, dependiendo de la temperatura del agua, eclosionarán y nacerán diminutas sepias de unos 50 mm de longitud.
Es difícil no caer en la tentación de extrapolar y comparar sus costumbres a las de los humanos, muchos de los cuales, en especial los ejemplares machos, deben pensar con regocijo lo súperguay que debe ser follar hasta morir. En fin; yo, que debo ser bastante sosa, no lo veo para nada de esta manera. Para todos bichos en general el tema sexual-reproductivo resulta una fuente de estrés tremenda. Y para muchos humanos desde luego también, digamos las cosas como son. Encima, nosotros el estrés lo podemos multiplicar por tres. El sexual por una parte, el reproductivo por otro y el sentimental para acabarlo de completar . Jopé, eso sí que es guay...

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