Me hace gracia descubrir que el naturalista suizo Horace-Bénédict de Saussure, cuya espléndida colección de instrumentos científicos pude ver recientemente en el Museo de la Historia de las Ciencias de Ginebra, fue el inventor de una de las primeras cocinas solares del mundo en 1767. Tras construir una caja negra con tapa de cristal y exponerla al sol, observó cómo la temperatura interior rozaba los 85ºC, cifra que logró superar ampliamente tras varias modificaciones. De Saussure no pretendía cocinar nada, él andaba experimentando con la radiación solar a distintas alturas. Sin embargo su artilugio inspiró a otros científicos, como al astrónomo Herschel, que en una expedición a Sudáfrica se cocinó un huevo en su caja solar. O al científico francés Auguste Mouchot, inventor del primer motor solar tras experimentar con una cocina solar que presentó a Napoleón en la Exposición Mundial de París de 1878.
Hoy las cocinas solares son objeto de programas de cooperación en todo el mundo porque son muchas las ventajas que representan para los habitantes de territorios con muchas horas de insolación donde es difícil hacer acopio de combustible. Teniendo en cuenta estos dos criterios y la dimensión poblacional, se considera que en África y Asia se encuentra la mayor parte de los países más idóneos para acoger estos colectores de energía que, además de cocinar los alimentos, pueden pasteurizar el agua evitando muchas infecciones. Por ello, el principal objetivo de la Asociación de Cooperación Sol Solidari es proporcionar cocinas solares a las comunidades de países en desarrollo. Unas valiosas herramientas de uso cotidiano que además conllevan importantes beneficios sanitarios, sociales, económicos y ambientales. Por el momento, Sol Solidari desarrolla proyectos en Mali y Etiopía al tiempo que planea nuevos proyectos en otros países africanos.
viernes, 9 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario