
El accidente de la torre de perforación Deepwater Horizon en el pozo Macondo, en el golfo de México, ha supuesto un derrame que equivale a un Exxon Valdez cada cuatro días. Súper. Ahora, el listón ya está más alto. Si el próximo vertido –que lo habrá, porque estamos perforando cada vez a más profundidad con los peligros acuciantes y al alza que eso conlleva– ya es algo menor que éste que ha provocado la avaricia sin límites de BP, algunos hasta suspirarán aliviados. Nuestra adicción al petróleo (y al dinero) alcanza ya límites patéticos.
Parece mentira que seamos tan estúpidos para seguir erre que erre sin tomar, ya mismo, medidas alternativas que están más que estudiadas. Pero no. El otro día vi en la tele que Obama había puesto fin a la moratoria existente que durante más de dos décadas ha impedido las prospecciones petroleras y gasísticas en toda la costa de los Estados Unidos, a excepción de la del golfo de México. Se supone que así ganará apoyos en el bando republicano para sus proyectos para combatir el cambio climático. De verdad de verdad que es para proponer un apaga y vámonos. Sin embargo no se me ocurre a dónde.
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