martes, 29 de septiembre de 2009
You turn me on
sábado, 26 de septiembre de 2009
Batman, you can!
Sin embargo, desde que sé que Batman ha llegado a Barcelona, tengo esperanzas de que este sinvivir llegue pronto a su fin. Por lo que cuentan, el Hombre Murciélago anda instalado en una de las torres del templo expiatorio, sin duda preparando un plan de ataque para los que pensamos que sólo un superhéroe podrá resolver esta situación. Por favor, Batman, haz algo: Llévate a toda esta peña de aquí, y ya de paso, al carrillón y a Subirachs, si no es pedir demasiado.¡Sí, tu puedes!
viernes, 25 de septiembre de 2009
Trust in a bottle
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Insecto hoja
Esta es la foto del día de ayer según National Geographic Magazine. Un insecto hoja de la especie Phillium giganteum, originario de Malasia, delata su identidad únicamente por sus ojos y antenas. Mimetismo y camuflaje casi total.
En algún lugar allí fuera
Sydney in red
lunes, 21 de septiembre de 2009
Alucinando por un tubo
Cuando el viento solar, repleto de partículas cargadas, colisiona con la atmósfera terrestre inducido por el campo magnético, se forman las fabulosas auroras, boreales o australes, según en el hemisferio en que se generen. En el momento en que los protones y electrones procedentes del sol chocan con los átomos y moléculas de nitrógeno y oxígeno de la atmósfera, se da un incremento enorme de energía. Luego, al liberarse la sobrecarga, se originan esas luces fantásticas que vienen siendo observadas por científicos de todos los tiempos. Se ven sólo en los meses cercanos a los equinoccios porque es cuando las tormentas geomagnéticas son más frecuentes. El telescopio Hubble, cuando estaba en buena forma, logró captar también auroras en planetas como Júpiter y Saturno, dotados también de un potente campo magnético. La explicación fue planteada tras siglos de observación, hipótesis y teorías. Nunca fue fácil dar en el clavo a la primera. Este fin de semana, paseando por Ginebra, visité el Museo de la Historia de las Ciencias, un precioso edificio orientado hacia el lago Leman que alberga una interesante colección de instrumentos científicos algunos de los cuales cuentan con más de seis siglos de antigüedad. Me llamó la atención el simulador de auroras boreales que Auguste de la Rive presentó en el Observatorio de París en 1863. Combinando electricidad y magnetismo, logró reproducir el efecto luminoso en su máquina reproductora de auroras, de las que sólo existen tres ejemplares en todo el mundo. No atinó todavía a descifrar que el origen de las partículas eléctricas procedía del sol, pero por lo demás recreó a la perfección el fenómeno en su invento. Además del artefacto de de la Rive, hay muchos otros bártulos que vale la pena observar. Creaciones a mis ojos alucinantes que hombres fascinados por el conocimiento construyeron para iluminar el camino infinito hacia el saber científico.
jueves, 3 de septiembre de 2009
Bombas de luz
Aunque el océano cubre más del 70% de la superficie de la Tierra, se estima que sólo se conoce un 10% de la biodiversidad que contiene. La súper masa de agua salina alberga un inmenso mundo desconocido y los científicos que se sumergen en sus profundidades hallan a menudo organismos jamás vistos con anterioridad. Eso es lo que les pasó a un grupo de investigadores del Scripps Institution of Oceanography de San Diego, California cuando recolectando especies en el Pacífico a entre 1 y 4 kilómetros de profundidad descubrieron un grupo nuevo de gusanos de entre 1,7 y 9 centímetros de longitud cuya peculiaridad más relevante es su capacidad de arrojar a sus depredadores una especie de miniglobos que tras ser lanzados se vuelven intensamente brillantes durante un lapso de tiempo. Unos segundos preciosos que otorgan al «bombardero verde» tiempo suficiente para desaparecer en la oscuridad de las aguas.
Por el momento han sido descubiertas hasta siete especies de estos animales tan asombrosos. El primero, que ha sido descrito en Science recientemente, ha recibido el nombre de Swima bombiviridis. A Frank Schätzing, autor de la trepidante novela «El quinto día», protagonizada por un súperorganismo brillante surgido de las cotas abisales, seguro que le encantará.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Oxitocíname
La oxitocina tiene acciones interesantes en el cerebro. Genera excitación sexual, favorece el establecimiento de lazos afectivos, aumenta la confianza y reduce el miedo social, aumenta la generosidad y la empatía. Su efecto en la confianza no es debido a un incremento en la predisposición general a afrontar riesgos, afirma Zak. Lo que ocurre es que afecta a la buena disposición individual para aceptar riesgos sociales derivados de las interacciones interpersonales.
Las personas que se sienten enamoradas presentan concentraciones más altas de oxitocina. Cuando esta sustancia se combina con otras como la feniletilamina, la serotonina y la dopamina, el embelesamiento y la pasión sexual alcanzan límites insospechados. Sin embargo, las relaciones entre los elementos de la Tabla periódica pueden ser de lo más inestable y lo que ayer fueron moléculas en perfecta sincronía, pasado mañana podrían ser reacciones peligrosamente explosivas. Cierto es que quien no arriesga no gana; si alguien siente que la oxitocina lo subyuga avasalladoramente lo mejor es que no dude en tirarse a la piscina. Aunque estaría bien tener un botecito del spray de Zak a mano, just in case.
Resiliencia global
Según un artículo utilizado para el informe «Recursos mundiales. Las raíces de la resiliencia: aumentar la riqueza de los pobres», realizado por las Naciones Unidas, la capacidad de resiliencia de una sociedad parece estar estrechamente vinculada a la de los ecosistemas, en especial para las comunidades que dependen directamente de los recursos naturales para sobrevivir.
Me interesa el concepto resiliencia porque presupone un modelo de gestión a largo plazo integrador, que trata a todos los agentes como un todo y no como partes individuales. Me hace pensar mucho en la teoría Gaia de James Lovelock. Si aquél hablaba de la Tierra como un organismo desde el punto de vista de la ecología, parece que la posibilidad de aumentar la resiliencia “general” podría estar íntimamente conectada a un planteamiento económico que apuesta por empresas que, diseñadas adecuadamente, incrementarían la capacidad de comunidades y ecosistemas de afrontar las adversidades y los cambios sociales, ambientales y políticos y además salir fortalecidos de ellos. Como no podía ser de otra manera, la resiliencia social y ecológica tienen una relación de dependencia y, cuando una parte es menos vulnerable, la otra sale fortalecida. El artículo se refiere a una comunidad del norte de Vietnam cuyos manglares han sufrido grandes cambios debido a actividades agrícolas y acuícolas que fueron delegadas a manos privadas. Aunque los números auguraban ganancias superiores a las que se hubieran conseguido mediante la gestión comunal tradicional, los resultados redundaron en pérdida de la propiedad comunal, fragilidad y desestabilización de los ingresos de la comunidad local y daños directos en un ecosistema, el manglar, que sustenta una rica biodiversidad y protege el sistema costero. Los números “no cantan”, a veces se equivocan porque se constriñen a un plazo demasiado corto de miras. Y, ya lo vamos sabiendo, casi todo lo que sucede a escala global en el planeta Tierra presenta tal complejidad que no deberíamos permitir que los responsables de su gestión sean muchas veces meros contables ignorantes.