miércoles, 2 de septiembre de 2009

Oxitocíname

La oxitocina fue aislada por primera vez por el científico Vincent Vigneaud en 1953 junto con otra hormona similar, la vasopresina, en 1953, lo que le llevó a ganar el premio Nobel de química en 1955. Esta sustancia segregada por células especializadas actúa como mensajero químico y tiene un papel relevante en nuestra propensión a amar y a confiar en los demás. Hace pocos años, Paul J. Zak, profesor de economía y fundador del Center for Neuroeconomics Studies en la Claremont Graduate University, publicó en Science y en PLOs un artículo que revela que la susodicha hormona es puntal para mejorar nuestros vínculos interpersonales así como las relaciones en los negocios y a nivel político. Este experto en macroeconomía alega que la confianza es un sentimiento básico en las sociedades humanas, indispensable en la amistad, en el amor, en la familia y que juega un papel clave en los intercambios económicos y políticos. La confianza contribuye al éxito económico, político y social y la oxitocina, dice, es el pegamento de la sociedad, tan simple y tan complejo. Para avalar su teoría, Zak y su equipo experimentaron con 68 hombres jóvenes y no probaron con mujeres para evitar posibles efectos en el ciclo menstrual o incluso abortos espontáneos. Les administraron vía spray nasal oxitocina a 34 de ellos y placebo a los tantos restantes y comprobaron que en un 80%, los felices inhaladores de oxitocina verdadera manifestaron mayores dosis de confianza en el mundo mundial.
La oxitocina tiene acciones interesantes en el cerebro. Genera excitación sexual, favorece el establecimiento de lazos afectivos, aumenta la confianza y reduce el miedo social, aumenta la generosidad y la empatía. Su efecto en la confianza no es debido a un incremento en la predisposición general a afrontar riesgos, afirma Zak. Lo que ocurre es que afecta a la buena disposición individual para aceptar riesgos sociales derivados de las interacciones interpersonales.
Las personas que se sienten enamoradas presentan concentraciones más altas de oxitocina. Cuando esta sustancia se combina con otras como la feniletilamina, la serotonina y la dopamina, el embelesamiento y la pasión sexual alcanzan límites insospechados. Sin embargo, las relaciones entre los elementos de la Tabla periódica pueden ser de lo más inestable y lo que ayer fueron moléculas en perfecta sincronía, pasado mañana podrían ser reacciones peligrosamente explosivas. Cierto es que quien no arriesga no gana; si alguien siente que la oxitocina lo subyuga avasalladoramente lo mejor es que no dude en tirarse a la piscina. Aunque estaría bien tener un botecito del spray de Zak a mano, just in case.

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