viernes, 8 de mayo de 2009

Un millonario inocente, de Stephen Vizinczey

Interesante la novela de Stephen Vizinczey y a mi parecer, muy bien escrita. La historia relata la obsesión de un joven de 14 años, Mark Niven, por encontrar un tesoro que se supone está bajo las aguas de las Bahamas. La búsqueda de la increíble fortuna, procedente de expolios coloniales realizados en el Perú, sirve para contar un relato sobre el mundo en que vivimos los bien aposentados, sobre nuestra relación con el dinero y el amor y, para mi lo más impresionante, la capacidad que tenemos los humanos para argumentar de forma convincente que joder al prójimo es una cuestión de necesidad.

Algunos de los párrafos que he subrayado:

«Pero lo cierto es que él tenía pasión por aquel barco naufragado y nada estimula tanto la inteligencia como la pasión, ni impide con tanta eficacia su aplicación a consideraciones de sentido común. Y ésta es la causa por la cual los individuos más brillantes, los grandes expertos, e incluso los genios no son más sensatos en sus objetivos que los más perfectos imbéciles.»

«Stendhal, que condensó su vida en las iniciales de doce mujeres, dice en su tratado Sobre el amor que éste tiene poco que ver con la persona amada y mucho con la imaginación del enamorado. Nada hay tan seductor como nuestro propio pensamiento; la pasión que nos arrastra es sólo nuestra.»

«En realidad, cualesquiera que sean sus quejas, los jóvenes de clase media son las personas más libres del mundo, ellos pueden seguir sus inclinaciones, elegir amistades e ideas y cultivar sus propias locuras, mientras que los hijos de los ricos viven bajo un régimen totalitario cuya naturaleza depende del carácter del dictador. Cierto, los papeles se truecan tan pronto como los hijos llegan a la mayoría de edad: entonces los ricos adquieren su libertad y los de clase media pierden la suya al convertirse en esclavos del salario. Los pobres, naturalmente, sufren la opresión de la penuria desde la cuna hasta la tumba.»

«El concepto femenino de la felicidad sufre el mismo destino de todos los conceptos femeninos: no interesa a los hombres.» Vizinczey cita a Montherlant. (Henry de Montherlant, 1896-1972, novelista y dramaturgo francés de origen catalán)

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