El otro día escribía, alucinada, la nota «Paseo matinal en mayo» en la que narraba la explosión de vida observada con atención en la playa de Espolla, una laguna temporal que hay en el pla de Martís, en Fontcoberta, Girona.
Sin intención de deslucir lo que dije, el último paseo que hice me provocó sensaciones opuestas. La laguna estaba con el nivel de agua bajo mínimos, el sol pegaba fuerte y olía bastante a lodo y a podrido. Miles de renacuajos (no exagero) se debatían entre la vida y la muerte en la poca agua que quedaba. Había tantos que se oía una especie de fragor constante: el de los pobres bichos retorciéndose tratando de captar algo de oxígeno en el líquido putrefacto. Había renacuajos de sapo común y de sapo corredor (en periodo de comprobación…) y en un sitio en concreto, también un montón de triops. Mis dos hijos y otros chicos que había por allí, cargados de aperos tipo operación rescate, traspasaron centenares de renacuajos de las charcas agonizantes a la parte de la laguna más llena. «Llena por unas horas», pensé sin decírselo. A cabo de dos días ya no había nada. Solo una ingente masa de materia orgánica sobre la cual las gramíneas empiezan a brotar con entusiasmo, cubriendo los últimos restos de esa laguna que tanta vida acuática ha alumbrado durante unos meses. Así es la vida, amigos.
Ahora, miles de sapos diminutos corretean por doquier, es casi imposible no pisarlos y pienso, al ver tamaña cantidad, que menos mal aquella profusión de renacuajos no llegó a prosperar. Uf, sería como la marabunta pero en plan sapos.
En casa, tengo una palangana llena de renacuajos sobrevivientes del holocausto. Resulta que los renacuajos más grandes, los de sapo corredor (en periodo de comprobación…), se han comido a los de sapo común, más pequeños y negros. Joder, con perdón, cuanta muerte renacuajil, hasta el gorro estoy. Una curiosidad: a estos bichos les encanta el pienso de perro. Ayer muchos de “mis” renacuajos ya lucían patitas diminutas, perderán más de la mitad de tamaño cuando se conviertan en sapos. Espero que se den prisa en acabar la metamorfosis se larguen cuanto antes. Así por la noche, con las ventanas abiertas, podré oírles croar. Y se buscarán la vida...
jueves, 28 de mayo de 2009
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