jueves, 28 de mayo de 2009

Menos carne y más verdura


El otro día contesté una carta de una lectora de la revista en la que preguntaba qué tenía que ver la dieta vegetariana con la disminución de emisiones de CO2, algo que se comenta en el artículo “El ahorro de la energía empieza en casa”, que es portada del National Geographic de este mes de junio. La verdad es que el tema da para mucho. La FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura) de las Naciones Unidas publicó ya hace dos años un informe denominado “La larga sombra del ganado” en que señalaba que la cría de ganado es el responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero, un porcentaje que supera al del transporte. Sorprendente, ¿no? Resulta que la cría masiva de ganado para producción de carne es además causa de una gran deforestación, lo que también contribuye a que aumenten las emisiones de CO2. Según otro informe de la ONU, “Forraje frente a comida” el 39% de los campos del mundo se utiliza para alimentar y pastorear al ganado.
En una entrevista publicada por El País hace un año, el presidente de la Fundación de Tendencias Económicas Jeremy Rifkin, asesor de Al Gore sobre economía y ecología durante el mandato de Clinton, explicaba que la industria de la carne es la segunda causa del calentamiento global, tras el consumo energético de los edificios. A la pregunta ¿producen las vacas emisiones? Rifkin afirma que sí: Emisiones de metano (producido por sus flatulencias) y de CO2 (el que se genera para que ellas coman y durante su transporte). «Estamos destruyendo el Amazonas para alimentar vacas. Hay que producir 900 kilos de comida para obtener un kilo de carne». Rifkin aboga por utilizar el campo para producir comidas para personas y disminuir la producción de carne. Es sabido que los del primer mundo ingerimos demasiada, incluso más de la que podemos digerir. Si apostáramos por una dieta más vegetariana, aparte de estar más sanos, reduciríamos también nuestras emisiones.

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