El concepto de agua virtual fue acuñado en 1993 por John Anthony Allan para poder hablar del agua que se gasta en la producción de un bien o un servicio, lo que le valió el Premio del Agua Estocolmo 2008, equiparable al Nobel. A este científico de 71 años, ingeniero, británico e investigador del King's College de Londres, le preocupa y mucho que no se tenga en cuenta en los procesos de producción la cantidad de agua que se gasta. En base a su teoría, y tal como recoge el informe “Huellas de agua de las naciones” elaborado por la Unesco, evidencia datos alucinantes: para fabricar una hamburguesa de 150 gr, son necesarios 2.800 litros de agua. Un par de zapatos de piel de vacuno, consumen 8.000 litros durante si fabricación y una camiseta de algodón, 4.100. Incluso poner un huevo al mercado requiere un gasto de agua, 135 litros. Es decir, no consumimos agua sólo cuando bebemos, nos duchamos o ponemos la lavadora. También cuando comemos, nos vestimos o usamos un producto cualquiera. Esa información es muy útil para determinar la huella hídrica de determinado bien y para calibrar el impacto de las naciones y sus habitantes. Según la teoría del agua virtual y los datos de Allan, cada español consume 2.740 litros de agua diarios, y un estadounidense 7.000, la mayoría de los cuales han sido usados en los procesos de elaboración, empaquetamiento y transporte.
Estos datos deben servir para conocer el precio real de las cosas y en base a ello, actuar. Sólo así, con datos concretos, podremos afrontar la escasez de agua que, según la ONU, en 2020 afrontarán 250 millones de personas.