De aquí a unos 50 años, quizás 100, los submarinistas de todo el mundo fliparán aún más cuando viajen al Pacífico o al Índico a disfrutar de las maravillas submarinas escondidas bajo las aguas. Además de poder contemplar los ecosistemas marinos sin parangón en el ranking de los diving centers, podrán ver tras los cristales de sus gafas los restos de una reciente sociedad anegada por las aguas. Vamos, como lo de la Atlántida, pero de verdad. Paciencia, que falta poco. En 1999, ya desaparecieron dos islas en Kiribati (arriba) –Tebua y Abanuea– no sin aviso previo. Diez años antes, la ONU había publicado un informe advirtiendo que este país, formado por 33 atolones entre Australia y Hawai y habitado por 105.000 personas, sería de los primeros en desaparecer por el aumento del nivel del mar causado por el cambio climático. La construcción de un dique de seguridad en las islas Gilbert, las más pobladas, está fuera de su alcance económico, así que su presidente, Anote Tong, ha optado por solicitar asilo para los futuros refugiados. Sólo Nueva Zelanda ha respondido favorablemente.
En las mismas andan en Maldivas: el 80% del territorio de los 1.200 islotes que componen este país, situado en el océano Índico, está a menos de un metro por encima del nivel del mar. Sus 350.000 habitantes, a la par que andan celebrando este mes tener al primer presidente democrático tras 30 años de dictadura, deben estar realmente impresionados. El recién elegido Mohamed Nasheed, un prometedor personaje de 41 años, ha dicho a los medios de comunicación que invertirá gran parte de lo que su país recauda por el turismo en comprar nuevas tierras donde realojar a los maldivienses. A diferencia del hombre del bigote menguante, él si cree que en medio siglo gran parte del territorio que hoy está habitado desaparecerá del mapa. Parece que sus miras se dirigen a Australia, Sri Lanka o India. Lo que no se ha planteado es como resolverá lo de la soberanía en terreno ajeno que, supongo, no será un tema fácil. Maldivas, que es para los ricos un destino idílico, consta en las estadísticas como el país con la renta per cápita más alta del sur de Asia. Según un artículo de Jordi Joan Baños para La Vanguardia (9/10/2008), parece sin embargo que esa realidad es cierta sólo para el 7% del país: el 70% de la población, en su mayoría musulmanes suníes, vive en la miseria y uno de cada tres jóvenes es toxicómano a pesar de la ley seca. La mayoría de maldivienses viven sin ver los opulentos hoteles erigidos en un centenar de islas deshabitadas, donde los millonarios se divierten haciendo todo lo que a ellos les prohibe su religión. Uf, Nasheed, espero que tu también creas que puedes. Más información:
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